Ese olor a tierra mojada, olor a pueblo, olor a recuerdos de verano, olor a felicidad, tranquilidad y relajación. Ese olor que entra hasta dentro de ti nada más olerlo y te transporta a muchos momentos.
Me siento invadida por ese olor nada más salir de casa y hace afrontar tu día de otra forma.
Porque llueve, sí. Pero es una lluvia que no te importa que caiga sobre tus hombros, porque es veraniega y acompañada de ese olor tan enriquecedor para la mayoría de la gente. Cabe destacar que a muchos les aborrece.
No hace sol, el día es más gris que azul, y muchos lo verían como un día triste, pero siempre hay que sacar lo bueno de cada instante y la lluvia de verano siempre lo es.
Fotografía: Miriam Merino Baena